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En el trabajo de un representante judicial, la tarea principal consiste en convencer al tribunal de que su cliente tiene razón. Una competente combinación de una posición jurídica fundada con pruebas convincentes, así como un discurso bien preparado para la vista judicial, son la condición inicial para tener éxito en el caso.

Sin embargo, surgen situaciones, cuando aparentemente fue hecho todo para tener éxito en el juicio, todos los argumentos del oponente están refutados por argumentos respaldados por pruebas, pero finalmente el juzgado se pone del lado de tal oponente.

¿Por qué puede surgir tal situación? ¿Cómo explicarle al cliente que ha sido perdido un caso que según toda la razón objetiva debería haber tenido éxito? Sí, ¿y cómo explicarse finalmente a sí mismo que fueron vanos todos los esfuerzos invertidos en el caso?

Tales situaciones pueden surgir a causa de los siguientes motivos.

En primer lugar, puede deberse a un error del representante. Inicialmente, la elección incorrecta de la posición jurídica, la forma de la protección del derecho, la táctica con la que se lleva el caso puede provocar el fracaso. Por ejemplo, el representante se olvidó de la reducción del plazo de prescripción, y a causa de ello fue rechazada la demanda. Para evitar este tipo de situaciones, el representante debe analizar detalladamente todos los aspectos que pueden provocar el fracaso en el juzgado, recordar los plazos procesales, no olvidarse de los medios de prueba relevantes y admisibles.

En segundo lugar, puede deberse a un error judicial. Los jueces también se equivocan, y cuanto más trabajo tienen, más probable es la probabilidad de cometer un error. Para prevenir un error judicial, la tarea del representante consiste en convencer al juez de la forma más clara posible de su posición. Para ello se puede utilizar una argumentación comprensible en los discursos, y las posiciones por escrito formularlas empleando los elementos de legal design.

En tercer lugar, puede deberse a un acta judicial injusto, dictado intencionadamente. Los motivos pueden ser diversos. Por ejemplo, el juez siente lastima hacia una de las partes, y las emociones no le permitieron dictar una resolución legal. Es un caso ciertamente inofensivo, ya que es poco probable que a las autoridades superiores les dé tiempo de empezar a sentir compasión hacia una de las partes.

La situación es más complicada, cuando la resolución injusta se debe al dictamen de un juez deshonesto, o cuando el oponente procesal es alguien respaldado por el poder, siempre acostumbrado a resolver las situaciones exclusivamente a su favor. Sí, el sistema judicial no es perfecto y estos fenómenos pueden ocurrir en la práctica. En estas situaciones, la única posibilidad es hacer todo lo posible para que el juez (los jueces) sientan la mayor incomodidad para dictar una resolución injusta. En otras palabras, los jueces deben pasar un trabajo inimaginable para motivar el acta judicial adoptado. Existe una alta probabilidad de que cuanto mayor sea la instancia, más y más difícil lo tendrán.

Empezando el trabajo con el cliente, siempre destacamos que sólo estafadores pueden darle plenas garantías de ganar un caso. Ningún representante puede estar seguro de que el juzgado se pondrá precisamente de parte de su cliente, teniendo en cuenta los motivos antemencionados. El objetivo del representante consiste en hacer todo lo posible para que el caso se resuelva con éxito. A su vez, el papel del cliente es muy importante en el proceso judicial, algunas acciones no se pueden delegar o es inapropiado delegarlas.

Sobre actos judiciales injustos

Preguntas para el jurista

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